Porque más de 100 millones de cristianos siguen sin tener una Biblia. No se trata solo de una carencia logística o humanitaria, sino de una crisis que afecta al discipulado, la evangelización y la salud espiritual de la Iglesia mundial. Sin acceso a la Palabra de Dios, los creyentes no pueden estar completamente equipados y los que buscan nunca podrán encontrar el mensaje transformador de las Escrituras.
A lo largo de la historia, el avivamiento y la transformación han comenzado con el acceso a la Palabra de Dios: las reformas del rey Josías tras redescubrir la Ley *(2 Reyes 22-23)*, la lectura pública de Esdras al pueblo *(Nehemías 8)*, Felipe explicando Isaías al funcionario etíope *(Hechos 8)*, y Josafat enviando a los levitas a enseñar las Escrituras *(2 Crónicas 17)*. *Oseas 4:6* y *Amós 8:11* advierten de la destrucción y la desesperación donde no está presente la Palabra de Dios.
Según una investigación de BAL realizada en 88 países, se estima que más de 100 millones de cristianos no tienen acceso a un ejemplar personal de las Escrituras, debido a restricciones, pobreza o falta de infraestructura.
Las barreras se dividen en dos categorías: restricciones (leyes, censura, persecución, control extremista) y escasez (pobreza, distribución deficiente, analfabetismo, electricidad o Internet limitados, o la ausencia de las Escrituras en el idioma de una persona).
Se necesita un enfoque combinado: impresión y distribución física, acceso digital a la Biblia y formación, audio de las Escrituras para contextos orales y de baja alfabetización, defensa del acceso sin restricciones a la Biblia para todos, independientemente de su origen religioso, y colaboración entre las agencias bíblicas y las iglesias.
Orando, donando, compartiendo herramientas digitales de las Escrituras, apoyando proyectos de distribución de la Biblia y promoviendo el acceso sin restricciones a la Biblia para todos. Cada creyente tiene un papel que desempeñar.